jueves, 3 de septiembre de 2009

Neil Young & Crazy Horse - Zuma


Es así de simple: todos los discos que sacó Neil Young en la década del setenta son imprescindibles. Quienes admiren al domador de tormentas eléctricas, al cantautor rural de aire folkie o al combatiente de demonios internos, los lenguajes que usó el canadiense a lo largo de aquella década, tienen mucho material para disfrutar. Incluso sus escarceos con Crosby, Stills y Nash tienen aportes interesantes.

Siguiendo la trilogía compuesta por Time Fades Away, Tonight's the Night y On the Beach, un periplo teñido de tristeza y música utilizada como vehículo para exorcizar los dolores de alma, apareció Zuma, un trabajo menos torturado, más liviano si se quiere, con sus momentos de oscuridad, como de costumbre.

Con Frank “Poncho” Sampedro reemplazando al fallecido Danny Whitten en guitarra, Neil Young reagrupó a los Crazy Horse y grabó Zuma en condiciones más saludables que en sus trabajos inmediatamente anteriores, el resultado, como suele ser, se nota en los surcos.

"Don't Cry No Tears" es el tema elegido para empezar y es un perfecto ejemplo del tipo de canción y el sonido que predominaría en el resto del disco. Es una base simple, con el típico sonido rockero de Crazy Horse, se emparenta directamente con lo que habíamos escuchado en Everybody Knows This Is Nowhere, donde detrás de una alegría aparente se esconde una melancolía que siempre dice presente cuando hablamos de Neil Young: “Cuando toda el agua se ha ido hay una sensación que persiste, viejo amor sincero, no es tan difícil de ver”. Cuando empieza "Danger Bird" la atmósfera es amenazante, pero no hay fantasmas acechando en este caso, es un juego con las típicas baladas de asesinatos y un amor que ha dejado de ser. Las guitarras se trenzan en verdaderos duelos, como para dejar claro que la banda era un todo y que estaban de vuelta en su mejor forma. El momento de reposo llega de la mano de "Pardon my Heart" y es también el lugar para la reflexión por el amor perdido y el agradecimiento por lo vivido. El recurso elegido para condimentar son los instrumentos acústicos, el clima gentil y apacible con un resabio de gospel en el estribillo, con sus coros femeninos. "Looking for a Love" es un country rock típico, con excelentes armonías vocales, tiene un aire a diversión, a “juntémonos a tocar” sin mayores prolegómenos y es fácil revivir la atmósfera distendida de los músicos en el estudio, riéndose al final de la toma. En la misma línea está "Barstool Blues" una de esas canciones a medio camino entre la amargura y la sonrisa a medias, con un dejo de borrachera trasnochada, el protagonista está casi obsesionado con su objeto de deseo; “Te vi en una pesadilla y te veo en mis sueños. Y pueden pasar mil años hasta que sepa lo que eso significa”.

En "Drive Back" aparecen esos riffs insistentes y corrosivos que tan bien le sientan a Crazy Horse, a la manera de "Cinnamon Girl", "When You Dance I Can Really Love" o el posterior "Hey Hey, My My" (aquella canción-manifiesto del legendario Rust Never Sleeps). La que quizás sea la pieza más memorable de Zuma está casi al final, antes de "Through My Sails" y es nada más y nada menos que "Cortez the Killer", en donde Young, como ha hecho varias veces, toma partido por una causa, de forma clara y directa. En este caso se pone en la piel de un indio que está viendo la llegada de los conquistadores al nuevo continente, destruyendo todo a su paso, los miembros de su familia han muerto y no es mucho lo que le queda por contar. Es un mar de guitarras eléctricas que se entrecruzan en un tiempo lento, algo macabro. "Cortez…" se convirtió casi de inmediato en un clásico de las presentaciones en vivo de Neil Young y los Crazy Horse, extendiéndose por diez minutos (e incluso más), dando lugar a fogosas improvisaciones. Como nota de color se puede agregar que The Church grabó una excelente versión en su disco de versiones A Box of Birds.

Es importante recordar que, a principios de los 90's Neil Young no tenía la estutura que hoy ostenta. La llegada del CD como nueva tecnología trajo como consecuencia la disponibilidad de su catálogo que estaba -hay que decirlo- algo relegado. Fué coronado como "El Padrino del Grunge" al detectarse clarísimas influencias en la música de las bandas de aquel entonces, sobre todo de su faceta más eléctrica. Así fué como recuperó público y prestigio tras una década -los 80's- más bien errática. Volviendo a Zuma, se trata de un triunfo dentro de su humildad, la falta de concepto unificador o idea rectora que unifique las canciones termina jugándole a favor, es uno de los casos en que la ausencia de pretensiones hacen que el todo se beneficie, es una colección de canciones muy buenas y punto, con eso basta y sobra. En este caso, por supuesto.

Neil Young seguiría dando golpes bruscos de timón a su carrera, mostrándose interesado en el movimiento punk que se asomaba a la vuelta de la esquina y jamás abandonaría su actitud curiosa, el espíritu de eterno adolescente, listo para la sorpresa, abierto a los cambios. En definitiva; las virtudes en las cuales se apoya su carisma inextinguible.








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Chequear también:

Neil Young & Crazy Horse - Everybody Knows This Is Nowhere
Neil Young & Crazy Horse - Sleeps With Angels
Neil Young & Crazy Horse - Broken Arrow



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