Los
primeros cuatro LP de estudio de Pappo’s Blues establecen y marcan a fuego
el rock pesado de raigambre blusera en la Argentina. Esos discos definitivos
tienen un identidad tan fuerte que podrían ser intercambiables,
suenan parecido, el armado de los temas es muy similar y el bagaje de
influencias es más o menos el mismo. Pappo metía en la ensalada a Black
Sabbath, sin duda el primero en considerar en serio a los cuatro de Birmingham,
Hendrix, los Yardbirds, John Mayall (el disco Bluesbreakers con Eric Clapton le
abrió un mundo nuevo al Carpo) y el Fleetwood Mac de la era Peter Green.
Las formaciones eran otro tema aparte, según dicen Pappo hacía y deshacía a diestra y siniestra, su informalidad sorprendía a propios y extraños, dejando en el freezer a músicos que habían abandonado proyectos para sumarse al suyo y en Volumen 4 pasa algo parecido. Lo más cercano que tuvo a una formación estable, fue el trío que armó con los históricos Machi y Pomo en bajo y batería, respectivamente. Acá los músicos son Black Amaya en los parches y Alejandro Medina en bajo, aunque el elenco va rotando de acuerdo al tema, con la gente que daba forma a La Pesada de Billy Bond; David Lebón mete guitarras y alguna que otra voz y el baterista Isa Portugheis aporta lo suyo.
El disco anterior, el histórico Volumen 3, había sido despedazado por la crítica y la que más le dolió a Pappo fue la que lo acusaba de hacer un disco demasiado corto. ¿Cómo lo solucionamos para la próxima? Muy simple; zapando a lo bestia. “Semilla de sésamo” dura casi diez minutos y la otra, “Sol de armónica”, llega casi al cuarto de hora. Para cerrar aparece uno de los inevitables temas raros de Norberto Napolitano, se trata de “El palacio de la montaña de invierno”, un instrumental folkie y reposado, como para terminar en un plan de descenso al planeta Tierra. El resto de los temas conforman algo así como el canon imprescindible de Pappo’s Blues, y son los que tocó el resto de su vida, los que todo el mundo conoce y los que le han hecho ganar el cariño de los amantes del rock sucio y cuadrado. Incluso en el hemisferio norte, en donde estos discos se buscan con no poco esmero y consiguiente amontono de billetes. “Fiesta cervezal”, el fantástico “Gato de la calle negra”, el ridículamente genial “Abelardo el pollo” y el tema cuya letra va para su tía; “Con Elvira es otra cosa”.
Pappo nunca fue un gran vendedor de discos y menos en esta época iniciática, pero tenía un público fiel y su sello siempre estaba apurándolo para que se meta al estudio. El resultado eran estos discos, con sus hallazgos y desprolijidades, sacrificando lustre por espontaneidad y frescura. Ahora salieron las reediciones en LP y la verdad es que están a una muy buena relación precio / calidad. Allá vamos.
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Chequear también:
Pappo's Blues - El Triángulo
Spooky Tooth - Spooky Two
Vanilla Fudge - Near the Beginning
7 comentarios:
Te compraste alguna de las reediciones? Qué tal están? Abrazo!
Estimado! Vi unas cuantas en disquerías. El precio me pareció fabuloso sobre todo si comparamos con cualquiera de los originales, siempre en estado calamitoso. El que me compré es Buenos Aires Blus (sic.) de La Pesada, muy linda la edición, sonido impecable.
Genial! Yo por ahora la ùnica reedición made in Olavarría es la de Colores Santos, y debo decir que contra todos mis prejuicios, está muy bonita y suena muy bien. Así que pienso ir por más sin miedo a solarizarme.
No lo entendí lo de "made in Olavarría", me temo que estoy desinformadísimo. Ese disco que nombrás también lo tengo. Hasta el de La Pesada era la única reedición que tenía.
Jaja venía a propósito de todo el quilombo con el Indio Solari. Me tienen los huevos al plato con ese chabon.
Jajajajaja no los querés a los Redó, no hay caso!
jajaja no lo puedo ni ver! Pero JURO que mi rechazo es meramente musical. ¡No me gusta para nada! Aunque reconozco la exquisitez de Skay, no me gusta el sonido, ni el saxo (la manera en que lo usan), ni la voz, ni las letras. Nada. No es su postura política, sus intereses, ni su guita.
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